Llevando la luz de la Navidad a hogares necesitados.
En la pequeña parroquia de Padre Hurtado, la tradición del Cuasimodo para los niños ha perdurado durante casi una década, guiada por la devoción de los párrocos que han liderado esta noble actividad. Este año, debido a las limitaciones de tiempo de los sacerdotes, la comunidad se unió en una conmovedora iniciativa que llevó alegría y esperanza a los corazones de niños y familias de cinco comunidades de Padre Hurtado.
Manuel Galleguillos, uno de los organizadores de la actividad y cuasimodista de Melipilla, comenta que “la singularidad de este Cuasimodo radica en su conexión con el Día de los Santos Inocentes, celebrado el 28 de diciembre. En lugar de esperar a la festividad posterior a la Resurrección, este año los cuasimodistas, ministros de comunión y niños de catequesis, junto con sus padres, llevaron la imagen del Niño Jesús a los hogares de aquellos que no pudieron participar en la Misa de Nochebuena”, explicó.
La caravana compuesta por alrededor de 20 personas distribuidas en 8 vehículos, recorrió las comunidades de Cristalerías Chile, Nueva Estrella, Sagrada Familia, Padre Hurtado II y Juan Wesley. A cada niño se le entregó la imagen del Niño Jesús, llevando consigo la bendición y una bolsa de golosinas, llenando de alegría los corazones de los pequeños que, de otra manera, no habrían experimentado la magia de la Navidad de una manera tan especial.
Galleguillos cuenta que “el propósito subyacente de esta hermosa misión es llevar a Jesús a donde más se necesita: a hogares marcados por el dolor, la enfermedad incurable y la desesperanza. Las familias, que enfrentan a diario estas dificultades, reciben la bendición y experimentan un sentido de comunidad y apoyo. Se sienten integrados en la vida parroquial, ya no solos en sus luchas”, comenta y agrega que “la experiencia, compartida tanto por quienes dan como por quienes reciben, revela la presencia del Cristo sufriente en medio de todos nosotros. La actividad no sólo llena de amor y misericordia a aquellos que visitamos, sino que también enriquece nuestras almas al experimentar la fuerza divina que nos impulsa”, comenta al recordar lo vivido ese 28 de diciembre.
Al finalizar el recorrido, la comunidad se reunió para una pequeña convivencia, compartiendo experiencias y disfrutando de bebidas y sándwiches, pues el deber cumplido también da hambre. Los niños de la catequesis, impresionados y felices de haber participado, conocieron más de cerca a Jesús, quien los llevó a esta hermosa misión de amor y esperanza.
En cada hogar visitado, se desplegó un mundo diferente de historias, desafíos y superaciones. Con la bendición del Señor al inicio del recorrido, esta iniciativa deja un impacto duradero, tejiendo la luz de la Navidad en los rincones más oscuros y necesitados de la comunidad de Padre Hurtado.