MISA CRISMAL EN DIÓCESIS DE MELIPILLA

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Con mucha devoción se celebró el miércoles 5 de abril la Misa Crismal en la Catedral- parroquia San José de Melipilla, presidida por Don Cristián Contreras Villarroel, obispo de la diócesis. Fue concelebrada por todos los sacerdotes, con la presencia de religiosos y religiosas y delegaciones de las distintas comunidades cristianas que participaron con fe y actitud agradecida.

 

Durante la celebración, los sacerdotes renovaron sus promesas sacerdotales, se bendijeron los óleos para los enfermos y catecúmenos y se consagró el Crisma para la unción de los bautizados, confirmados y los que se ordenan sacerdotes.

 

Uno de los momentos especiales fue el reconocimiento por el servicio en la Vicaria de Pastoral hecho al Padre Pedro Tapia Toro, que ha dejado este servicio por motivos de salud, por ello se le hizo entrega de una hermosa imagen de la Virgen.

 

El Obispo también anunció que el Pbro. Manuel Quiroz Machuca, junto a un equipo integrado por los seminaristas, son los responsables de la Pastoral Juvenil Vocacional de la diócesis, y agradeció además la disponibilidad del Pbro. Juan Pablo Miranda Núñez que ha asumido la Vicaría de la Pastoral.

 

En su homilía don Cristián recordó que en “estos días de Semana Santa y del Triduo Pascual estamos invitados a peregrinar hacia el amor con que el mismo Dios nos ha amado. Esa es la fuente primera de nuestra vocación. ¿Y cómo se peregrina hacia el primer amor? Se peregrina siguiendo y amando a Jesús. “Jesús, te amo”, dijo Benedicto XVI al culminar su peregrinación en la tierra”.

 

Agregó que “se peregrina bendiciendo a Dios como lo hacen Jesús y la Virgen María. Se peregrina tomando en serio su Palabra, también aquella que inspiró nuestro sacerdocio y ordenación, y que suele estar escrita en las estampitas de nuestro recuerdo. El mío, hace 38 años, es: “¡Ven, Señor Jesús!”, el mismo lema episcopal. Es lo que tendré que meditar en estos días santos, con los ojos puestos en el Señor y en las necesidades de la diócesis”.

 

Junto a esos pasos de nuestra peregrinación, el obispo invitó a no olvidar que la vida y nuestra vocación, además de ser primariamente un don, también entraña una lucha muy dura. “Para que no olvidemos nuestro amor primero, el Señor Jesús nos vuelve a convocar, en la Misa Crismal, para renovar las promesas sacerdotales y salir fortalecidos a realizar el ministerio de evangelizar con signos y palabras, en todo tiempo y lugar”, enfatizó.

 

Este llamado no es solo para los presbíteros y consagrados. Siguiendo el pensamiento del Papa Francisco, él nos llama a evangelizar siendo una Iglesia en salida. “Una comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan”.

 

LAS VÍCTIMAS DE LOS INCENDIOS Y DE LA DELINCUENCIA

En la ocasión monseñor también se refirió, entre otros temas, a todos aquellos que siguen sufriendo a causa de los incendios. “Son los que perdieron familiares, son los que abandonaron sus hogares y que tendrán que reconstruir lo que tardaron años en edificar. Evangelizar es ayudar a un país para ponerse de pie y acudir en auxilio de los sufrientes”, afirmó.

 

En su homilía mencionó además la violencia creciente en la zona Sur y en el Norte de Chile, la delincuencia cada vez más violenta en las ciudades y en las zonas rurales y el narcotráfico que hace delinquir a menores de edad en el puerto de San Antonio. “Creo que hay una tarea que realizar: la unión de la comunidad eclesial colaborando con las autoridades locales y todas las instancias educativas y comunitarias para rescatar nuestros barrios de la mala vida organizada”, recalcó.

 

A LOS PRESBÍTEROS

El obispo también apeló a los sacerdotes a “preparar, junto a sus hermanos sacerdotes, las homilías; escribirlas, aunque no necesariamente leerlas. Anunciemos siempre al Señor, porque predicar la Palabra de Dios es una constatación más de que hemos sido consagrados por el Ungüento del Espíritu Santo. Hagamos de la liturgia un encuentro de belleza porque como dice el Papa Francisco: La evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia en medio de la exigencia diaria de extender el bien”.

 

A los mismos los exhortó a “proclamar y celebrar la Palabra con toda el alma en la Liturgia sacramental. En ella hacemos fiesta por el paso del Señor en la vida de las personas. Que Dios nos ayude con su gracia a ser fieles a la voz de nuestra madre Iglesia que, con afecto delicado, así como nos invita a celebrar diariamente la Santa Eucaristía, por nuestra salud espiritual nos invita a no presidir más de dos Misas en día laboral, ni más de tres en día festivo. Es una invitación maternal para celebrar con amor y devoción el misterio de nuestra fe que nos comunica la salvación (Mysterium fidei)”.

 

A LOS CREYENTES

Para terminar, destacó el ánimo creyente y festivo de los fieles que siempre acompaña en estos días de celebraciones. “Un pueblo de peregrinos, santuarios, cuasimodistas, huasos y procesiones; de bautizos y velorios; de juntarnos en torno a la mesa fraterna para tomar té junto al pan amasado y la variedad de dulces que alegran la existencia. Llevamos en el alma la liturgia, los ritos cotidianos, el sentido del gesto, en la acogida, la alegría, y también en el dolor. Es un capital que no podemos perder. Una gracia que sólo cabe agradecer, bendiciendo a Dios que su servicio sea parte del corazón de nuestro ministerio”.

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