En esta época en que vamos alcanzando la finalización del año comenzamos a prepararnos para celebrar la navidad. Vamos adornando nuestros hogares, el árbol de navidad, las decoraciones, las luces de colores, el pesebre nos van preparando para el gran acontecimiento que vamos a conmemorar y nuestros corazones comienzan a colmarse de la alegría, emoción, anhelos de paz y unidad que son propios de esta época. Al mismo tiempo nos vemos enfrentados a la vorágine de fin de año; al término del año escolar de los hijos, la finalización de los estudios superiores, la planificación de las vacaciones, los regalos y un sinfín de etcéteras.
Es en este momento en que resuenan en mí las palabras del evangelio: “…donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón. (Mt 6) Querida familia diocesana, que lindo es preparar nuestras casa para este gran acontecimiento “La navidad”, pero debemos recordar que hay una casa más importante, la casa interior; nuestro corazón, donde hemos de preparar un lugar al gran festejado y donde hemos de acoger el gran tesoro que él es.
Las lecturas bíblicas nos hablan de Belén y de la gran estrella que fue acercando a la humanidad hasta el lugar en que debía nacer el salvador. El adviento nos permite acercarnos poco a poco a este gran acontecimiento ayudándonos a preparar el corazón durante cuatro domingos invitándonos a esperar con ansias la segunda venida de Cristo, la predicación de la buena noticia, la invitación a vivir en la alegría mostrándonos a la familia de Nazaret como modelo de vida cristiana. El adviento es la luz que nos acerca al salvador; el adviento es esperanza, paz, alegría y amor, el adviento es un camino, un recorrido una ruta a seguir.
Y regresando la mirada al evangelista Mateo me pregunto ¿Dónde está tú tesoro? ¿Dónde está el mío? ¿Dónde está la riqueza de nuestra familia?
Me pidieron que compartiera con ustedes un artículo acerca de ¿Cómo vivir la navidad en familia?
Y la iglesia sabe que LA NAVIDAD ES EL GRAN TESORO, EL GRAN REGALO DEL AMOR DE DIOS que envió a su Hijo para nuestra redención. La gran pregunta es ¿Cómo nos preparamos tú, yo y nuestras familias para recibir este gran TESORO?
Con tus hijos y nietos te invito a procurar:
- Que los adornos de navidad dejen un lugar central y especial para el pesebre, ya que es Jesús quien nace en medio nuestro.
- A dejar un puesto en tu mesa para Jesús para que los niños comprendan que al Señor hay que invitarlo y acogerlo.
- Ir poco a poco preparando el gran día de la llegada de Jesús, que cada uno pueda tener junto así la cuna de Jesús y visualice como este se sentirá en ella y agregue un elemento para recibirlo.
- También es bueno conversar y pensar en familia: ¿Qué regalo querrá Jesús en su cumpleaños?, tal vez que nos escuchemos más, que nos tratemos con cariño, que compartamos, que nos perdonemos etc.
- Preparar en el calendario acciones positivas que les ayuden a actuar con bondad y los acerquen a la navidad con bellos regalos para Jesús.
- Llevarlos a visitar a quienes viven solos, compartiendo con ellos un momento la buena noticia.
- Dándoles ejemplo de compartamos nuestros bienes con otros.
- Ayudándoles a sacar lo que nos sobra y molesta en el corazón: el rencor, el egoísmo, la flojera, etc.
- Conversar en familia acerca de cómo queremos acoger a Jesús; escuchando su palabra, acudiendo a Dios en la oración.
Los invito por sobre todo a no reducir la navidad a una celebración de niños, porque no es eso, la navidad es la gran fiesta de la humanidad, es la fiesta del amor de Dios que nos ama tanto que se encarna para estar “con nosotros” ¿Acaso no necesitamos la luz de Belén en nuestros hogares? ¿Acaso no nos hace falta iluminar tantas oscuridades en nuestro país y en nuestra sociedad?
Ahora más que nunca hace falta la luz que viene de lo alto para iluminar a nuestra humanidad, tan alejada de la PAZ.
Si logramos vivir conscientemente este tiempo de preparación que nos ofrece el Adviento, la Navidad tendrá otro sentido, habremos preparado tanto nuestro corazón, que no olvidaremos ningún detalle y será Jesús quien brillará esa esperada noche. Será esta gran luz de Belén, la que ilumina nuestra oscuridad; como lo ha hecho durante más de 2000 años, una luz que no se agota, porque Dios es eterno. “Belén, ¡no apagues tu luz! Trae Luz a nuestros Hogares”.
Es Dios mismo quien siembra esperanza, paz, alegría y amor en el adviento y hemos sido nosotros quienes de manera personal hemos experimentado este camino en nuestras vidas y hemos sido testigos de su amor.
Que Cristo luz de la humanidad nos bendiga y aliente a vivir el camino del adviento para dar luz a la humanidad que junto a María madre de la esperanza, nos bendiga Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Feliz Navidad.
Padre Alex Ponce Pinto
Asesor Diocesano
Pastoral Familiar.