La misa de Navidad, celebrada al mediodía del 25 de diciembre, reunió a la
comunidad en torno al misterio del nacimiento de Jesús, invitando a los fieles a
profundizar en la gracia de este tiempo santo.
La Catedral de San José de Melipilla volvió a ser el epicentro de la celebración navideña
con la misa de Navidad presidida por el párroco, el Padre Víctor Fernández. Alrededor
de 250 fieles participaron en esta celebración, marcada por el fervor y la devoción de
los presentes, que vivieron una jornada de gracia y alegría.
Durante la celebración, se puso especial énfasis en el prólogo del Evangelio de San Juan,
especialmente en la frase: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. El Padre
Víctor explicó que esta verdad central de la fe cristiana nos recuerda que Jesucristo
asumió nuestra humanidad para transformarla.
“Jesús entró en nuestra historia para que podamos caminar hacia el Padre. Él asumió
nuestra humanidad con todo lo que ella es, para darle sentido a toda la historia”, destacó
el P. Víctor en su homilía, invitando a los fieles a vivir este tiempo como una oportunidad
de renovar su relación con Cristo.
La misa estuvo marcada por un ambiente festivo y de oración, con villancicos
interpretados por el coro parroquial que llenaron el templo de alegría y recogimiento.
Además, siguiendo el mensaje del obispo en Nochebuena, el Padre Víctor exhortó a los
fieles a prepararse para el Jubileo, que tuvo comienzo el 29 de diciembre.
“Es un tiempo de gracia, un momento para abrir nuestros corazones a Jesús y dejar
que Él transforme nuestras vidas. La preparación para el Jubileo nos invita a renovarnos
como comunidad y como Iglesia”, explicó P. Víctor Fernández
Al finalizar la misa, se dio una bendición especial con la imagen del Niño Jesús, un
gesto lleno de significado que recordó a los fieles la cercanía de Dios en sus vidas.
Posteriormente, los asistentes se acercaron a venerar la imagen del Niño, en oración y
contemplación, para agradecer por el don de la Navidad.
La celebración de la misa de Navidad en la Catedral de Melipilla fue un llamado a
contemplar el misterio del Verbo hecho carne y a abrir los corazones a la gracia de este
tiempo santo, reafirmando la alegría de vivir en comunión con Cristo.