REFLEXIONES Y ESPERANZA: CAMINEMOS JUNTOS COMO IGLESIA Y COMUNIDAD

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Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Al acercarnos al final de este año, es un momento propicio para detenernos, reflexionar y reconocer los signos de la presencia amorosa de Dios en nuestras vidas y en nuestra Iglesia. Este periodo es también una invitación a renovar nuestro compromiso con el Evangelio, a abrazar nuestra misión común y a caminar juntos como Iglesia.

 

Durante noviembre y diciembre, nuestras miradas se posan en el Mes de María, un tiempo de especial devoción a nuestra Madre. Al acompañarla en sus misterios, profundizamos en el modelo de fe, humildad y entrega que ella representa. La Virgen nos muestra el rostro de una Iglesia que acoge, que escucha y que sirve. Inspirados por su ejemplo, es importante recordar el rol de la mujer en la Iglesia y la sociedad, un tema que hoy, más que nunca, nos invita a valorar y promover la dignidad y los dones que las mujeres aportan en nuestras comunidades.

 

Dedicamos también un espacio a reflexionar sobre la belleza de nuestra creación. El Papa Francisco, en su llamado a cuidar el medioambiente, nos recuerda que todos tenemos la responsabilidad de ser custodios de la Tierra. En un mundo tan necesitado
de paz y equilibrio, cada gesto de cuidado y cada decisión hacia una vida más sostenible se convierte en una expresión de nuestra fe en el Creador.

 

Este año, nuestra diócesis ha dado importantes pasos en la implementación de un protocolo de prevención y respuesta ante cualquier situación de abuso. Queremos ser una Iglesia que cuida, protege y promueve la vida en todas sus etapas. Este compromiso nace del Evangelio y se renueva en el respeto y la dignidad que cada persona merece.

 

En nuestras celebraciones también reconocemos a quienes, con su vida y vocación, manifiestan la presencia de Dios en nuestras comunidades. Así, nos unimos para celebrar el Día Diocesano del Cuasimodista, el Día del Cantor a lo Divino y la Fiesta de Todos los Santos, recordando a quienes han sido fieles testigos del amor de Cristo. Igualmente, el Encuentro de las Familias y la Asamblea Diocesana nos dan la oportunidad de compartir y discernir juntos, de renovar nuestros lazos como pueblo de Dios y de fortalecer nuestra misión común de anunciar la Buena Nueva.

 

Cada fiesta, cada encuentro y cada oración es una expresión de nuestro deseo de vivir en comunión. La procesión de la Virgen del Carmen, la Fiesta de Cristo Rey y el Día Universal de Misiones son momentos para reconocer que, como Iglesia, estamos llamados a ser luz y esperanza, a construir un mundo donde el amor de Cristo transforme las vidas de quienes nos rodean.

 

A todos los fieles laicos que, desde sus distintas vocaciones, colaboran y promueven proyectos en nuestra diócesis, les agradezco por su entrega y generosidad. Su servicio es un testimonio vivo de fe y de amor por la Iglesia y por aquellos que más lo necesitan.

 

Que este último mes del año nos encuentre unidos en la oración y el servicio. Sigamos adelante, confiados en que María nos acompaña en este camino y con la certeza de que, juntos, somos parte de una Iglesia que siempre está en salida, al encuentro del otro.

 

En Cristo y María,
+ Cristián Contreras Villarroel

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