Queridas hermanas y hermanos en el Señor,
Al concluir el año 2024 y comenzar a vislumbrar los caminos que Dios nos invita a recorrer este 2025, los invito a reflexionar sobre el significado de nuestra fe vivida en comunidad.
La acción de Dios en nuestras vidas, y los acontecimientos que hemos compartido como Iglesia, tanto local como universal, nos llaman a la esperanza y al compromiso cristianos.
En esta edición, reflexionamos sobre el Jubileo de la Esperanza 2025, convocado por el Papa Francisco. Este tiempo jubilar nos invita a centrar nuestras vidas en Cristo, quien es esperanza viva para un mundo que anhela justicia y paz. En estas páginas, ahondaremos en las oportunidades que este Jubileo nos ofrece para renovar nuestra fe y comprometernos con el mensaje del Evangelio. Cristo es la única esperanza que no defrauda.
Celebramos también con alegría el anuncio de la canonización del Beato Carlo Acutis, un joven italiano cuya vida sencilla y profundamente dedicada a la Eucaristía se convierte en ejemplo para la juventud. En un mundo marcado por tantas distracciones, Carlo nos recuerda la importancia de buscar a Dios con un corazón puro y generoso. Su testimonio es una llamada especial para nuestros jóvenes: ¡sean valientes en su fe!
También recordamos con gratitud las celebraciones que marcaron nuestro camino espiritual durante el 2024. La Nochebuena en nuestra Catedral y la Misa de Navidad fueron momentos de encuentro con el misterio de la encarnación. “Las Posadas”, es decir, las peregrinaciones de María, José y el Niño Dios, tan esperadas cada año, renovaron el espíritu de acogida y fraternidad que caracteriza nuestra preparación para el nacimiento del Salvador.
En distintas parroquias, los pesebres vivos y las hermosas representaciones del nacimiento de Jesús unieron a comunidades enteras en torno al mensaje de amor y reconciliación.
Cada detalle, desde los niños que participaron hasta las manos que crearon los pesebres, reflejó una fe encarnada en nuestras vidas cotidianas.
Al mirar hacia el futuro, los invito a hacer de este Jubileo de la Esperanza una oportunidad para abrir el corazón al Señor, renovando nuestras familias, comunidades y parroquias con un espíritu de unidad y servicio. Como siempre, que nuestro caminar esté guiado por la oración, la Eucaristía y la caridad.
Que este 2025 sea un año de gracia en el que descubramos nuevamente el gozo de pertenecer a una Iglesia que es hogar, madre y comunidad de esperanza.
Con afecto en Cristo y María, pidiendo la protección de nuestro patrono San José,
+ Cristián Contreras Villarroel
Obispo de Melipilla