Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Al finalizar septiembre y comenzar octubre, es un momento propicio para reflexionar sobre los eventos y celebraciones que hemos vivido recientemente, y también para mirar con esperanza hacia el futuro.
Las reflexiones del Papa Francisco sobre la paz nos llaman a construir un mundo donde la armonía y el respeto sean fundamentales. Su mensaje resuena profundamente en nuestros corazones, recordándonos que cada uno de nosotros tiene un papel importante en la búsqueda de la paz, tanto en nuestras comunidades como en el mundo.
Además, nos preparamos para la próxima Jornada Nacional de Jóvenes, organizada por la Iglesia chilena, que se llevará a cabo en la ciudad de La Serena en enero de 2025. Este evento es una oportunidad única para que los jóvenes se reúnan, compartan
sus experiencias y fortalezcan su fe en un ambiente de comunidad y celebración. Los animo a prepararse con fervor, buscando inspiración en las experiencias vividas por sus predecesores en encuentros anteriores. Su participación será vital para cimentar el futuro de nuestra Iglesia y renovar nuestro compromiso con los valores cristianos.
Septiembre, el Mes de la Patria, nos brindó la ocasión de celebrar nuestra identidad nacional y reflexionar sobre cómo nuestras tradiciones están profundamente arraigadas en la fe cristiana. Fue un tiempo para renovar nuestro compromiso con los valores que nos definen como pueblo de Dios, viviendo nuestra fe en cada ámbito de nuestra vida cotidiana. En este mismo mes, recordamos el mandamiento del amor al prójimo durante el Mes de la Solidaridad. Agradezco a todos aquellos que participaron en las iniciativas de solidaridad, demostrando con acciones concretas el amor de Cristo. Sigamos siendo testigos de este amor, ayudando a quienes más lo necesitan y construyendo una comunidad más justa y fraterna.
Las misas a la chilena y otras celebraciones litúrgicas de nuestra cultura nos permitieron vivir la Eucaristía de manera especial. Estas celebraciones han fortalecido nuestro sentido de comunidad y nos han permitido honrar nuestras tradiciones con devoción y alegría.
El Te Deum celebrado en la Catedral de Melipilla y en San Antonio fue una ocasión para agradecer a Dios por los dones recibidos y pedir su bendición para nuestra patria. Agradezco a todos los que participaron en estas celebraciones, demostrando con su presencia un corazón agradecido y lleno de esperanza.
Durante el Día del Párroco, en honor al Santo Cura de Ars, y el Día de la Vida Consagrada, rendimos homenaje a nuestros párrocos y consagrados, quienes con su dedicación y ejemplo nos guían en nuestro camino de fe. Oremos por ellos, agradeciendo su servicio y pidiendo a Dios que continúe bendiciéndolos en su misión.
La reciente Fiesta de la Virgen de la Merced nos permitió honrar a nuestra Madre celestial, cuya intercesión nos acompaña y protege. Que su ejemplo de fe y humildad continúe inspirándonos y guiándonos en nuestro caminar cristiano.
Finalmente, las actividades de la pastoral familiar han sido un pilar fundamental en nuestra diócesis, ofreciendo programas y recursos que han fortalecido nuestras familias.
Les animo a seguir participando activamente, aprovechando estas oportunidades para crecer en el amor y en la fe en sus hogares.
Que el Señor los bendiga abundantemente en este tiempo de gracia, y que nos conceda la paz y la alegría de sabernos amados y guiados por Él.
Sigamos adelante con esperanza y con el compromiso de vivir y transmitir nuestra fe en cada momento de nuestra vida.
Con cariño y bendiciones,
+ Cristián Contreras Villarroel