En el marco de la celebración de los 170 años de la fundación de la primera capilla en Casablanca, la imagen de la Virgen Purísima de Lo Vásquez emprendió una emotiva peregrinación por la Diócesis de Melipilla. Bajo el lema “La Purísima visita
a sus hijos”, la imagen fue recibida con devoción y alegría en diversas parroquias y decanatos.
El Padre Víctor Fernández, vicario general de la diócesis, explicó que esta peregrinación fue impulsada por el obispo de Valparaíso, Monseñor Vega, quien tuvo la iniciativa de que la Virgen saliera a visitar a los fieles que peregrinan cada 8 de diciembre al Santuario de Lo Vásquez. En este sentido, destacó que la visita de la Virgen a la Diócesis de Melipilla tuvo especial relevancia, ya que muchos peregrinos provienen de esta zona.
El seminarista Miguel Aguilera contó que la Virgen visitó los cuatro decanatos de la diócesis: Talagante, Melipilla, San Antonio y el Decanato Rural, llenando de esperanza y fe los corazones de miles de fieles. “Fue una experiencia muy emocionante, especialmente para las personas más sencillas y de mayor esfuerzo”, comentó Miguel, destacando la profunda relación espiritual que muchos devotos sienten con la Virgen.
En cada localidad, la recepción de la imagen fue única: algunos la recibieron con bandas de guerra escolares, otros con caravanas o procesiones, y en varios lugares, se rezó el Rosario en su honor.
Itinerario de la Virgen en la diócesis
El recorrido de la Virgen comenzó en el Decanato de Talagante el 1 de septiembre, siendo recibida en la Parroquia Santa Rosa de Lima, ubicada en el límite con la comuna de Maipú. Allí se celebró una misa, y la imagen continuó su peregrinación por diversas parroquias de Talagante, incluyendo la Parroquia San Alberto Hurtado, El Prado y la Parroquia Nuestra Señora del Rosario en Peñaflor. Al día siguiente, visitó las parroquias de Lonquén, y la Inmaculada Concepción y Sagrado Corazón de Jesús de Talagante.
El martes 3 de septiembre, la Virgen fue recibida en la Parroquia Sagrada Familia en el cruce de Pomaire, perteneciente al Decanato de Melipilla. Desde allí, recorrió varias parroquias del área, incluyendo La Merced y Santa. Teresa de los en Melipilla. El Padre Fernández recordó la profunda devoción de los fieles y la emotiva recepción en cada localidad: “La acogida en cada lugar fue única, con las comunidades manifestando su amor y fe de diferentes maneras; algunas con procesiones y rosarios, otras con cantos y bailes”.
El miércoles 4 de septiembre, la Virgen llegó a la Catedral de Melipilla, donde fue recibida con alegría por alumnos de colegios y parroquianos. Posteriormente, peregrinó hacia la parroquia Nuestra Señora del Carmen y al Monasterio de las Carmelitas Descalzas (ambos en Puangue), para luego continuar su recorrido por el Decanato de San Antonio, pasando por Cartagena, San Antonio y Rocas de Santo Domingo, donde fue acogida con honores.
Uno de los momentos más emotivos de la peregrinación fue la visita a comunidades rurales del Decanato Rural, como San Pedro y María Pinto, donde los fieles esperaban con gran devoción la llegada de la Virgen. En estos lugares, muchos adultos mayores y enfermos se acercaron a la imagen, algunos incluso permaneciendo en vigilia para verla pasar.
El Padre Fernández destacó el profundo impacto que tuvo la peregrinación en la comunidad: “Esta visita de la Virgen no solo renovó la devoción en cada rincón de nuestra diócesis, sino que también reafirmó el papel central de la fe en la vida de los fieles”. Asimismo, expresó su gratitud a todos aquellos que participaron en la organización y recepción de la imagen, destacando la participación activa de decanos, laicos y comunidades parroquiales.
Luis Santis, de la Parroquia de San Antonio, también compartió su experiencia durante la visita de la Virgen: “La recibimos el día 5 de septiembre a las 8:30 en el sector de Puente Arévalo (antes había visitado la parroquia Virgen Medianera de Cartagena). Desde ahí, la llevamos en procesión hasta el templo parroquial, donde se reunieron alumnos de colegios de nuestro territorio parroquial para rezar el Santo Rosario.
La actividad duró aproximadamente una hora, pero fue una experiencia profunda y llena de emoción”. Santis destacó la gran participación de los fieles y la alegría que se sintió en las calles: “La gente salió con mucha alegría a recibirla, con pañuelos blancos, globos y bocinas. Los alumnos y parroquianos también estaban muy animados, y muchos se acercaron a sacarse fotos con la imagen de la Virgen”.
Luis, quien fue parte de la coordinación de las actividades en la Parroquia de San Antonio, relató cómo la procesión recorrió distintos puntos emblemáticos del área: “Salimos desde la parroquia, pasamos por la calle Pedro Montt y la plaza de San Antonio, luego por los frontis de los colegios Papa Juan Pablo II, Elum Kimuy y Nuestra Señora de Pompeya, hasta llegar al hospital de San Antonio”.
Luego, la imagen continuó su peregrinación por el decanato, bajo la coordinación del padre Guillermo Allendes, quien organizó su paso por diversas comunidades hasta llegar a Santa Luisa de Marillac. Posteriormente, se dirigió a la Parroquia Cristo Rey de Llolleo, donde se celebró una eucaristía. Al día siguiente, pasó por la Parroquia de Santo Domingo, para luego
retomar su recorrido hasta el Decanato Rural, visitando la parroquia San Pedro, Sta. Rosa de Lima de Chocalán, Sta. Rita de María Pinto, Nuestra Señora de Lourdes de Bollenar, Ntra. Sra. de la Presentación de Mallarauco y Ntra. Sra. del Carmen de Curacaví.
Uno de los aspectos más conmovedores fue la presencia de muchos adultos mayores y enfermos, quienes, a pesar de las dificultades, salieron a la calle para ver pasar la Virgen. “A veces no sabían la hora exacta en que la imagen llegaría, pero aun así esperaban con devoción, incluso durante la noche, iluminando su paso con las linternas de sus teléfonos”, relata el seminarista Miguel.
La peregrinación culminó con una misa solemne el 8 de septiembre, día de la Natividad de la Virgen, en Curacaví. Presidida por nuestro obispo don Cristián Contreras Villarroel, la celebración reunió a cientos de fieles en un ambiente de fervor y agradecimiento. Durante la misa, el obispo recibió de manos del Padre César Flores, Vicerrector del Santuario, una medalla conmemorativa de la visita, entregada en nombre del Santuario de Lo Vásquez, como símbolo del profundo vínculo entre la Virgen y los fieles de la diócesis.
“El Papa Francisco ha dicho que, si queremos saber quién es María, se lo preguntemos a los teólogos, pero si queremos saber cómo se ama a María, nos fijemos en la fe del pueblo que la ama y que la invoca. Los días vividos en nuestra diócesis de Melipilla, ustedes, hermanos y hermanas queridas, confirman la certeza del Papa Francisco, ya que en estos recorridos de la fe no nos hemos cansado de orar a María, de cantar a María, de amar a María, la Virgen Santísima”, afirmó monseñor Contreras.
“Esta visita de la Virgen nos invita a volver a las fuentes de nuestra fe. Esa fuente no es otra que la persona de Cristo, piedra sólida sobre la que podemos cimentar nuestra existencia como hijos de Dios”, agregó.
“Sí, para Dios nada es imposible. Por eso estamos aquí: para renovar nuestra fe en la vida, en la salud, en la recuperación de algún hijo o nieto que está en la dificultad, para que algún familiar encuentre trabajo… En los santuarios de la Virgen se produce un encuentro con Dios, un anuncio de Dios que nos devuelve la esperanza. De este anuncio nace la necesidad de visitar a otros con la buena noticia de que Dios es nuestro Padre cercano y amoroso”, destacó.
Esta peregrinación no sólo renovó el amor y la devoción hacia la Virgen, sino que también reafirmó el arraigo de esta tradición en el corazón del pueblo chileno. Las iglesias estuvieron llenas en cada parada de la imagen, con muchos fieles de pie y algunos
incluso fuera de los templos, testigos de una fe viva y compartida.
Fotos: Luis Santis
Fotos: Comisión Diocesana Peregrinación