Nuestra diócesis ha delineado orientaciones que nos invitan constantemente a reflexionar y actuar con mayor profundidad en la formación integral de nuestros jóvenes.
“Impulsados por el Espíritu Santo, somos signos de esperanza”, es el título de las Orientaciones Pastorales para los próximos años en nuestra diócesis de Melipilla, cuyo patrono es San José. Estas orientaciones deberán estar vigentes en nuestras comunidades que formamos nuestra diócesis, en cada uno de nosotros, hombres y mujeres promotores de la Buena Noticia que Jesús Buen Pastor nos da cada día. En ella encontraremos algunos puntos que son relevantes en nuestro caminar, especialmente en el ámbito educativo.
Se afirma que “la escuela cristiana juega un rol muy importante en la formación de las personas. Por ello, junto con agradecer a las congregaciones religiosas y laicos que ofrecen estos espacios formativos en la diócesis y la entrega de valores cristianos que contribuyen a formar personas no solo con las competencias profesionales que la sociedad necesita, sino también con criterios evangélicos que posibilitan la transformación de la sociedad, es un desafío para el área de Educación del Obispado. Asimismo, acompañar a los educadores, a los alumnos, alumnas y a sus familias en el proceso de formación preescolar, escolar y superior es siempre un desafío permanente”.
En el mismo sentido, el Proyecto Educativo Fundacional (PEF) de la red de colegios, en su perfil del estudiante, expresa: “La red de colegios del Obispado San José de Melipilla, Edured, forma de manera integral a sus estudiantes para que sean conscientes de sus capacidades, desarrollen autonomía y sean responsables de sus procesos formativos. Esto les permitirá crear un proyecto de vida y contribuir a una mejor sociedad y a la protección del medio ambiente, a partir de los valores que Jesús nos testimonia: amor al prójimo y a la creación, solidaridad, respeto y rectitud”, recordó Jorge Pérez, director ejecutivo de Edured.
“Edured está comprometida a garantizar el derecho a la educación de niñas, niños y jóvenes, respetando su diversidad, necesidades educativas y dignidad de hijos de Dios. La integración tiene como principio una mirada personalizada a cada estudiante para reconocer sus necesidades educativas transitorias y permanentes, así como las vulneraciones de índole social, familiar, emocional o psicológica que afecten su desarrollo”, agregó Jorge Pérez.
“En el PEF se propone un modelo pedagógico, formativo y pastoral que asegure que nuestros estudiantes logren aprendizajes de buena calidad, bajo el modelo de la escuela católica que se hace cargo de sus comunidades escolares, siguiendo las enseñanzas del Evangelio”, destacó Pérez.
En esa misma línea, las orientaciones pastorales de nuestra diócesis nos recuerdan la misión de “acompañar y animar los centros educativos de la diócesis, de forma que sean espacios humanizadores y evangelizadores, que posibiliten el desarrollo integral de las familias y docentes. La Iglesia Católica ha dedicado siglos a la educación. En Chile, la tarea educativa se inició antes de la creación del Estado. Gracias a esta larga experiencia puede, con autoridad, señalar aspectos fundamentales de lo que se espera de la labor educativa de cualquier comunidad escolar”.
